viernes, 26 de octubre de 2007

Kyoto y el Japón feudal

Ayer leí un artículo sobre esta ciudad, que fue la ciudad más importante de Japón hasta el florecimiento de Edo, hoy conocida como Tokio. Kyoto es, sin embargo, una ciudad importante, y que refleja a la perfección ese punto medio entre oriente y occidente, entre la tradición del país, y los nuevos estilos de vida.

Antes de la era Meiji y de la restauración, en la época de los shogunatos (a partir de mil seiscientos algo, si mal no recuerdo), el florecimiento del arte de la espada fue un hecho crucial. Los hombres defendían sus tierras y a sus señores con su vida, y crearon así un código muy estricto, que luego sería llamado Bushido. Hay un libro muy famoso, inspirado por el famoso libro El Arte de la Guerra de Tsun Tzu, de un gran samurai, que arrepentido de haber derramado tanta sangre, pero nunca la suya, se retiró a un monte. Ese libro es El Libro de los Cinco Anillos del gran Miyamoto Musashi. Es un libro de estrategia militar que refleja perfectamente el ideal de los samurais en la batalla. Sobre las vidas de estos esforzados guerreros, se construyeron unas nuevas bases de gobierno en el país, y Japón se negó al comercio con el exterior.

Años más tarde, en la llamada restauración Meiji (a principios del siglo XX) Japón abrió sus puertas a occidente, y ahogó varias sus tradiciones, a cambio de progreso. Y el país progresó, a un ritmo forzado. En unos pocos años, fue un país puntero, y todos sabemos lo que es hoy día. Aunque ahora, es un país occidentalizado que ha perdido en cierta medida sus raíces.

Todavía hay Geishas, aunque por lo visto muy pocas, al igual que, lamentablemente, no se ven samurais, que se extinguieron hace relativamente poco. De éstos últimos, se conserva su código, el antes nombrado Bushido, o camino del guerrero, y muchas tradiciones que siguen los practicantes del Kendo y del Kenjutsu. El camino de la espada, otrora casi obligatorio, es hoy, una mera afición, que sin embargo cultiva espíritus luchadores y con ganas de autosuperarse.

Según leí en el artículo (que venía en un suplemento de El País por si a alguien le interesa) todavía se mantienen cientos de templos (budistas en su mayoría) en la ciudad, intercalándose con los rascacielos, hoteles y centros cívicos de aspecto "occidental". La fusión ha llegado a un punto en el que no es extraño ver hombres de negocios vestidos con esmóquines meditando en un jardín zen en el medio de la ciudad.

Los jardines zen merecen una mención especial. Los monjes que se encargan de cuidarlos se preocupan de que contengan elementos que simbolicen las cuatro estaciones, y, por lo general, son grandes extensiones de grava rastrillada con grandes piedras, rodeados de árboles y con un pequeño estanque. Los colores siempre oscilan entre aúreos y verdes, y de ese modo el efecto visual es indescriptible.

Bueno, la verdad es que, si en algún momento tengo los cerca de mil euros que costaría un viaje "normal" (unos 4 días) a Japón y no los necesito para pagar nada más "imprescindible", creo que haré este viaje. Japón tiene muchas cosas que merecen ser vistas, y su cultura es una de las más ricas del planeta. Tokio es una de las ciudades más cosmopolitas del mundo, y Kyoto tiene ese encanto especial, unido a la espiritualidad con que los templos al alma allí construidos obsequian al turista.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es un viaje que merece la pena, un consejo, ve con guía porque allí muy pocas personas saben inglés, a no ser claro, que sepas japones ^^