Comenzó
como un juego, años atrás. Él le dejaba mapas y mensajes en cualquier lugar que
visitara, siempre acompañado de su símbolo favorito, que era un sombrero de
mago de esos triangulares con estrellitas, y ella los buscaba en cualquier
lugar que visitara, por si había algo para ella en aquél lugar.
Cuando
John y Lucía se conocieron, eran unos niños que compartían pupitre en la clase
de dibujo del colegio. La familia de Lucía acababa de mudarse al pueblo y ella
era la chica nueva, lo cual no habría estado tan mal si no hubiera sido tan
pecosa. Tener pecas en el colegio equivalía a ser judío en la Alemania nazi,
las pecas se perseguían y a los pecosos se les sometía a toda clase de
vejaciones. Así estaba siendo para Lucía, a la que a raíz de sus pecas y su
cabello rojizo toda la escuela trataba mal. Le tiraban el almuerzo en el
recreo, le arrojaban piedras y le ponían la zancadilla por el pasillo siempre
que podían.. hasta que John intervino. No es que dejaran de hacerle todas esas
cosas, de hecho se inventaron algunas nuevas. No es que cuando él estuviera
cerca ella estuviera protegida. Pero dejaba de importarle, porque había alguien
que se mantenía a su lado a pesar de los problemas.
Se
hicieron amigos muy rápidamente, y se reunían después del colegio en casa de
cualquiera de los dos, para seguir charlando y soñando juntos. Conforme fueron
creciendo, empezaron a salir de excursión por las tardes, en bicicleta o
andando, por los campos y caminos de los alrededores de su pueblo, explorando
todo un mundo de pequeñas cosas. Allí empezó el juego de los mensajes secretos.
Pronto empezaron a marcar los caminos
que habían visitado, señalando en los que habían encontrado algo importante,
algún refugio o cualquier cosa. Construyeron una cabaña como pudieron, cerca de
los terrenos de la familia de John, y en general, fueron felices, al margen de
la escuela. Pronto, empezaron a utilizar sus símbolos de exploración para darse
esperanzas en la escuela, para descubrir que al margen de los problemas,
siempre había un tiempo feliz que compartían.
Así,
sin querer reconocerlo, terminaron por enamorarse. Pero ninguno tuvo el valor
de arriesgar la amistad que tenían, porque consideraban que era lo más valioso
que poseían, y no querían perderlo, por un poco más de felicidad. Cuando John y
Lucía empezaban a vencer ese miedo, sucedió algo. Con pocos meses de diferencia, los padres de
John perdieron su trabajo y empezaron a buscar nuevos empleos. Finalmente les
ofrecieron sendos puestos de trabajo en una multinacional, unos puestos muy
jugosos que no pudieron rechazar. El problema es que tendrían que mudarse.
Cuando
John se lo contó a Lucía, conteniendo las lágrimas de milagro, ésta empezó a
sollozar. Antes de conseguir consolarla, John la estaba acompañando, y ambos
lloraban abrazados. Los dos lo sabían. Ninguno lo dijo.
Desde
entonces, aunque siempre han mantenido el contacto y han hablado casi todos los
días, nada es lo mismo. Ese amor platónico de hace tantos años ha boicoteado
inconscientemente todas las relaciones en las que los jóvenes se habían visto
envueltos. Para John, significa no poder dejar atrás un amor tan profundo que
teme que si se detiene se hundirá para siempre. Para Lucía, es perseguir a un
fantasma, porque cada vez que lo alcanza, se desvanece entre sus dedos. Siempre que hablan, bromean y tontean, los
dos lo dicen en serio, y ninguno se cree lo que le contesta el otro. Es como un
juego. Esperan que, milagrosamente, llegue un día en el que puedan reunirse y
vivir juntos, y dar por fin rienda suelta a ese amor que los abrasa.
-
¿Lucía? ¿estás bien? llevo un rato hablando y no me haces ni caso... te veo un
poco pálida.
-
¿Eh..? -respondió Lucía distraída, mientras apartaba la vista de aquél sombrero
y volvía a la realidad-. Sí sí, perdona, David. Es sólo que estaba recordando
mi tercer año de instituto, y me he dejado llevar...¿qué me estabas contando?
-
Te... -David seguía mirándola como si tuviera algo en la cara, entre extrañado
y preocupado-. Te estaba preguntando si no habíamos visto ese símbolo ya cuando
estuvimos en Sos del Rey Católico. Y ahora que lo pienso, juraría haberlo visto
también en el Monasterio de Piedra...
-
No lo sé, cielo, sabes que soy muy despistada -Lucía notaba que sus mejillas se
teñían de rubor, y decidió cambiar de tema-. ¿Dices que en este castillo se
rodó El Reino de los Cielos?
Siguieron
hablando durante un rato, Lucía evitando el tema del hombre con quién quería
compartir su vida, mientras hablaba con su novio. David, enamorándose cada vez
más de aquella preciosa y misteriosa pelirroja, que a no mucho tardar,
terminaría por romperle el corazón.
5 comentarios:
Qué bonito relato, lo vas a continuar o se quedará así??
Basas tus relatos (al menos algunos de ellos) en partes de tu vida? :)
Un saludito Naitaal!! CTodavía continúo leyéndote :P
No me enteré de que habías contestado :S. Me alegro de que te parezca bonito ^_^. Mi idea era dejarlo así, aunque nunca se sabe.
Algunas partes si las extraigo de mi vida, aunque las modifico y luego es totalmente diferente.
En serio, si alguna vez me publican, después de mi familia, el primer ejemplar firmado será para ti xD.
me gusta mucho...
Tu relato me ha dejado impactada, y me ha gustado mucho. Habrá que echarle una ojeada a la segunda parte ^^
Me alegro mucho de que te haya gustado el relato So, espero que disfrutes con todo lo que leas, y, que si no es así, me lo hagas saber para que pueda arreglarlo ;D.
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